MASTRANTO, LA GUERRERA DE LA CALMA
- Lydia
- 7 feb
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 13 feb
El mastranto es una guerrera sin armas, una fuerza silenciosa que no irrumpe, sino que disipa. No necesita estruendo para existir: es la brisa que aclara, la luz tenue que orienta, la presencia que vela sin imponerse.
En medio del caos del mundo, el mastranto se mantiene firme, discreto pero inquebrantable. Su misión es levantar el velo, despejar la niebla del pensamiento, aliviar la carga de los corazones errantes. No sacude ni confronta; susurra al alma cansada:
“Disminuye el paso. Escucha. Mira más allá de lo visible.”
Pero no confundas su dulzura con fragilidad. El mastranto es resistente, su poder es el de lo sutil. No se ofrece a cualquiera; solo aquellos que saben observar reconocen su fuerza. Sus flores humildes no buscan brillar, pero en su sencillez guardan la llave de un misterio profundo.
Acompaña sin ataduras, guía sin exigir. Se desliza en lo invisible, rozando suavemente el alma de quienes buscan ver más allá de la superficie. En su rastro deja una huella ligera, pero eterna.
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