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VETIVER, LA PIEDRA VEGETAL

  • Foto del escritor: Lydia
    Lydia
  • 7 feb
  • 1 Min. de lectura

Actualizado: 11 feb

En el gran libro de la naturaleza, el vetiver es una piedra viva, un vegetal esculpido por la fuerza de la tierra. No se apresura en su crecimiento ni se lanza con ligereza hacia el cielo. Primero desciende, profundamente, cavando en la oscuridad, tejiendo un vínculo indisoluble con la esencia del suelo. Sus raíces son pilares firmes, hilos que sostienen la memoria de la tierra, testigos del tiempo que todo lo transforma.


Guardián del mundo subterráneo, absorbe la sabiduría de lo profundo y la expande en ondas invisibles. En su presencia no hay prisa ni tempestad que altere su quietud. Permanece ahí, inmutable, un refugio para quienes buscan arraigo.


Su aroma denso y amaderado es un susurro de calma. Se desliza en el cuerpo como una corriente serena, purificando fluidos, despejando la mente, devolviendo al alma su equilibrio perdido. En su esencia, todo es estabilidad.


Estar cerca del vetiver es sentir el llamado de la tierra, la pulsación primitiva de la Madre. Es redescubrir la paz olvidada, el silencio fecundo donde renace la vida. Nos enseña a dejar de huir, a soltar el viento errante de la duda, a volver a nuestro centro, donde todo es, donde todo basta.


No necesita palabras para transmitir su verdad. Es raíz, es sostén, es un bálsamo para el espíritu. Con él, el instante se convierte en hogar.

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Santa Fe, Veraguas Province, Panama

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